BIBLIOCLASTAS:

Quemadores de libros. Genocidas culturales. Los bibloclastas eliminan la evidencia de una historia, un pasado, un pensamiento; y esto equivale a la eliminación, casi en efecto, de una población.

El mal llamado "Proceso de Reorganización Nacional" tuvo entre sus objetivos la desaparición y quema de una gran cantidad de libros cuyos contenidos eran catalogados de "subversivos", llevando a cabo un genocidio cultural.

Hay documentos de la represión ilegal que explicaban cómo censurar, cómo controlar, cómo prohibir, y también cómo elaborar y desarrollar una política de sustitución cultural.

La censura y el control cultural estaban centralizados en el Ministerio del Interior, que fue el gran controlador de la cultura, donde funcionaba la Dirección Nacional de Publicaciones.

Esta política no estaba destinada sólo a censurar, sino también a tratar que "llenar" ese hueco cultural con producciones orientadas hacia su proyecto de sociedad basada en la premisa "estado, religión y familia".

Uno de los focos en donde el gobierno de facto puso más atención fue en los libros escolares e infantiles. Gran parte de ese control era ejercido a través de la escuela. El gobierno militar crea una comisión de censura previa, y empieza a hacer circular públicamente documentos. En 1977, el Ministerio de Cultura y Educación publica la circular "Subversión en el ámbito educativo”.

El gobierno militar, con la firma del jefe del Estado Mayor del Ejército, Roberto Viola, puso a circular las instrucciones de la "Operación Claridad", orientadas a detectar y secuestrar bibliografía considerada "marxista" e identificar a los docentes que aconsejaban "libros subversivos".

Algunos libros fueron prohibidos por malas interpretaciones de sus títulos, como fue el caso de "La cuba electrolítica" (libro de física), censurado porque contenía la palabra "cuba" en su título ("cuba": recipiente rectangular para operaciones químicas), o el caso de "Cinco Dedos", que era un libro infantil escrito en la Alemania Occidental, en donde una mano verde persigue a los dedos de una roja que, para defenderse y vencer, se une y forma un puño colorado. Por esta última obra estuvo detenido 127 días a "disposición del Poder Ejecutivo Nacional" el director de Ediciones de la Flor, Daniel Divinsky, junto al editor Kuki Miler.

La quema de libros más grande de la dictadura argentina fue la que sufrió el Centro Editor de América Latina, que había fundado Boris Spivacow. El 30 de agosto de 1980 la policía bonaerense quemó en un baldío de Sarandí un millón y medio de ejemplares del sello, retirados de los depósitos por orden del juez federal de La Plata, Héctor Gustavo de la Serna.



"Hombres que avanzan se pueden matar,
pero los pensamientos quedarán". (León Gieco)

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